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El blog de Hector Grave

Para Mateo, Marcos y Juan porque ya crecerán (1): Sobre lavar los trastes con ayuda de un estéreo

2 Junio 2016, 13:48pm

Publicado por Hector Grave

Para Mateo, Marcos y Juan porque ya crecerán (1): Sobre lavar los trastes con ayuda de un estéreo

Como su padre que soy - y si bien gozamos del lujo de contar con una persona de gran corazón que nos ayuda con todas estas labores varios días a la semana - es mi deber inculcarles conocimiento y en su justa medida alguna clase de “interés” por las labores domésticas.

Ajá. Ya valieron madre. Ahorita son jóvenes e inocentes y no lo saben, pero una de mis misiones en la vida como padre es hacerlos completamente autosuficientes. ¿Qué que chingados es eso? Que aprendan a atenderse solos. Que le agarren gusto al trabajo y que sepan tomar decisiones de valor en torno al sustento. A nivel más fundamental: que sepan hacer un par de huevos sin esfuerzo. Que entiendan cosas tan elementales como separar la ropa y lavarla, cambiar las camas, la proporción justa para trapear de Pinol y agua (que NO es la que usa la Señora Berthita, eso se los puedo adelantar) y en general que cuando se vayan de casa no sean unos cochinos e inútiles, sino hombres preparados para lo que la vida les ponga enfrente.

Ya crecerán y podrán leer todo esto. A ver si les armo un compilado, estaría bonito. Le ponemos una pasta con una foto de la casa hecha un desmadre y su mamá jalándose los pelos con el Macetas jugando con cerillos y atrás le ponemos una foto mía en blanco y negro con un saco, tres cuartos, sonriendo como en comercial de “Just for Men” para parecer Profesor de algo que no importa pero que claramente indica que soy una autoridad en algo y por eso puedo escribir un libro.

¿Qué tal si un día falto? Será bueno tenerlo a la mano para que se enteren qué hacer y qué no hacer cuando se crece, según mi absoluta autoridad y maestría en temas mundanos, inútiles y pendejos. Y otros no tanto.

Veamos....

Sobre lavar los trastes con ayuda de un estéreo

Todo dependerá de tu relación con la música, pero si tienes una, una relación de verdad con ella, sabrás que aligera hasta la más mundana de las tareas y aminora el tedio de manera casi mágica. Debe de haber una explicación científica que ignoro, algo así como que la música estimula alguna parte del cerebro que influye en nuestra percepción del tiempo o alguna cosa que suene igual de inteligente pero que no necesariamente sea cierta. Y sin embargo: sucede.

La clave está en escoger la música correcta para el momento y la tarea.

“El manual del trabajo doméstico” – si es que existiera – diría que lo correcto para sacar los trastes sería alguna estación de radio con cumbias si se es Chilango y/o se está cerca de la capital del país o bien clásicos de ayer y hoy de los Bukis, Los Yónics o Los Ángeles Negros, porque no hay nada como suspirar por amores no correspondidos y por despecho mientras deja uno la loza rechinando de limpia. Ana Gabriel funciona también de maravilla, siempre y cuando se canten aunque sean los coros de forma desgarradora tratando de emular su al mismo tiempo “vocerrón” y carraspera:

“¡QUIEN COMO TUUUUU! ¡QUE DIA A DIA PUEDES TENEEERLEEEE!...”

Si por otro lado tienes prejuicios con los géneros no hay problema, también hay música de mucamo adecuada para ti.

Siempre puedes recurrir a música clásica, sobre todo si tienes una imagen de ti mismo de intelectual interesante y ligeramente desaliñado, lo que quizá creas te vuelve encantador pero en realidad las más de las veces te haga ver como que no te has bañado al menos el día de hoy. (Si les da por esta onda está bien, no pasa nada. Nomás báñense. No chinguen).

Si tu debilidad son los misterios de la vida, simplemente escoge a tu bohemio de cabecera, si es un disco al azar mucho mejor, para ver qué sorpresas y grandes revelaciones descubres entre cazuela y cazuela. Facundo Cabral y Mercedes Sosa jamás te van a quedar mal, aunque mi humilde apreciación es que estos son para sentarse y beber tu bebida aguardientosa de preferencia y ponerse a filosofar sobre lo profundo que es lo profundo de lo más elemental. A Alejandro Filio no le entiendo, pero sé que tiene su poder. Denle al que sea, solamente algo les voy a pedir: nada de Ricardo Arjona, porque no mamen. Punto.

Pueden poner literalmente lo que quieran, los platos se lavan igual pero la actitud no es la misma.

Yo pongo un poco lo que caiga, siempre y cuando conecte bien con el momento y siempre y cuando no sea pinchi reaggetón porque eso es el equivalente a la Quinceañera con vestido de las Chivas y en casos severos: con vestido del América.

Eso sí: mucho ojo con no invadir el derecho ajeno. ¿Cuál derecho? El derecho al silencio para empezar, el más fundamental de todos en donde sea que sea que vivan. Si son como yo los platos se lavan en la mañana temprano y a esas horas la música deberá manejarse con un volumen adecuado porque de lo contrario: se convertirá en ruido. Por respeto al vecino pero también, por respeto a la música, no debemos permitir que se convierta en ruido nunca.

El único ruido universal e incomprensiblemente aceptable cualquier día por la mañana es el del motor de diésel culerísimo de la desbrozadora del jardinero (¡maldito bastardo!) lo que me parece uno de los grandes sin sentidos de la vida, porque pocos ruidos son tan abominables como el de una podadora de pasto despedorrada que debió morir ya varias veces pero que, como su pickup Datsun de los setentas, inexplicablemente sigue funcionando.

¿Y los trastes?

Ahora que hemos discutido ampliamente el punto musical, algunos consejos útiles para lavar trastes:

  1. El Axión NO es mejor que el Eficaz y sí es como 7 pesos más caro. Recuerda que un lavaplatos cualquiera compra jabón lavaplatos, pero un lavaplatos excelente compra jabón lavaplatos al mismo tiempo que apoya la economía familiar. :D
  2. El jabón líquido es simplemente muy superior a cualquier otra presentación. Además es más suave con las manos. Esta última observación, además de ser de mis comentarios más femeninos de la historia (lo que honestamente es mucho decir), es relevante cuando recuerdas que tus manos se usan para cosas infinitamente más importantes que el puto “quehacer”. Estupendo consejo. De nada.
  3. Nunca compren jabón en pasta, esa chingadera lo único que hace es un embarradero de jabón en los trastes y peor aún: de salsa de la comida en el puto jabón. Además a las dos o tres lavadas empieza a verse súper gachito. Si aun así lo compran, no se dejen engañar, es irrelevante si tiene o no tiene “limón”.
  4. No está mal ponerse crema en las manos luego de lavar, mientras no sea HINDS de la rosita, porque eso combina demasiado bien con Jabón Camay y con la música de los Yonics y la neta está bien que laven pero no es para tanto.
  5. Un chorrito rinde lo que sea que tengas que lavar. Hay gente muy pendeja que quiere que haga espuma como en tina de baño de película nocturna del Golden Choice, pero eso ni limpia más ni mejor y en cambio sí desperdicia de todo y te da más trabajo al enjuagar. Si todavía existe, no compren el Kirkland del Cosco: esa chingadera por más que la enjuagues no se enjuaga.
  6. En todas las familias hay un pendejo que cuando estás lavando trastes parece producir trastes sucios e irlos arrimando uno por uno. Es como si se los sacara del culo nomás por estar chingando. Se vale mentarle la madre cada que lo haga siempre y cuando no abandones tu puesto y cumplas cabalmente con tu deber.

Y por último, pero lo más fundamental: si lavas los trastes para alguien más, asegúrate nada más que lo hagas con y por amor. Porque “el deber por el deber” no tiene ningún sentido, ni en el Ejército. Todo, hasta lo más sencillo, se debe de hacer con un propósito mayor, siempre.

¿Qué cuál propósito mayor? Ustedes para mí naturalmente. Como todo lo que hago siempre.

Ahora buscaré un disco de Mijares para tenerlo a la mano y poner "Corazón Salvaje". Y si me tocan los platos esta noche: chingarle.

Se vale ayudarme.

Héctor Daniel

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