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El blog de Hector Grave

Para Mateo, Marcos y Juan porque ya crecerán (4) - Sobre el espacio privado y personal

12 Agosto 2016, 13:55pm

Publicado por Hector Grave

Para Mateo, Marcos y Juan porque ya crecerán (4)

  • Sobre el espacio privado y personal

Son pequeños para saberlo, pero algún día valorarán el enorme lujo que es contar con una habitación propia en casa. Un santuario. Un lugarcito donde puedes ir a refugiarte y huir de vez en cuando donde nadie te va a estar chingando. Y si su adolescencia es muy complicada será infinitamente más necesario y valorado. Ya lo verán.

Hablando de santuarios, tener un baño en su habitación es el equivalente a beber champaña en términos de confort en el hogar. Yo mismo nunca lo tuve sino hasta que mis hermanos se fueron de casa y el baño fue completito para mi solito. Antes no le entendía, el baño era más bien una competencia que había que ganar bien tempranito por la mañana para que te tocara fresco y sin usar.

Uno de sus tíos lo dejaba empapado, tanto así, que mi mamá decía algo como “¡Este cabrón se seca como chucho!” supongo haciendo referencia a que en vez de usar una toalla seguramente se sacudía salvajemente el exceso de humedad en un “¡BLBLBRBRBLBR!” sonoro y desastroso. Cuando salía a la carrera con una toalla en la cintura salía más vapor que cuando se bajaba de una nave pinchi Darth Vader. Había que entrar con mucho cuidado porque estaban muy cabrones los resbalones.

Otro de sus tíos entraba al baño y dos horas después uno iba a tocar la puerta todo alarmado a ver si al cabrón no le había dado un infarto y seguía vivo. Uno se enteraba que todo estaba en orden con un muy poco amigable gruñido (“grrrrrrr”), lo que le quitaba a uno un enorme peso de encima.

Del otro de sus tíos no me atrevo a contarles…entrar luego que él era como usar el baño de la cárcel…era terrible…terrible…

Por eso había que ser el primero todas las mañanas.

Ahora que ustedes tienen baño propio espero que lo agradezcan (aunque ya sé que están sin puertas, prometo arreglar ese pedo en cuanto me caiga un dinerito para volverlo agradable y privado y quitarle ese aire de “internado juvenil” que tienen hoy en día). No tienen idea del tamaño de la bendición.

Los refugios se van

Para hombres y mujeres por igual, aunque por motivos muy distintos, el baño es la parte más importante del hogar aunque muchos no lo reconozcan abiertamente así. En mi caso por ejemplo el baño era mi cueva, era el lugar donde yo le cerraba la puerta al mundo y donde el mundo se quedaba afuera y sin exagerar recuerdo una época dorada de mi vida siendo muy feliz después de comer, sentado en el trono, leyendo la columna de German Dehesa.

Luego me casé.

Cuando te casas o efectivamente empiezas a compartir el baño con alguien, algunas realidades se trastornan. Por ejemplo, algo sucede con las esposas que les parece muy pinchi natural y necesario entrar y salir del puto baño cuando estás dentro. Es como si cuando no estás dijera “¡Ah! Necesito el bote de alcohol que está en el baño, pero ahorita no hay nadie” y en cuanto tú llegas al baño dijera “¡A huevo! ¡Este pendejo está cagando! Voy por el alcohol que TANTO he necesitado todo el maldito día AHORITA”.

Y ¡ZAZ! Te abre la pinchi puerta. Entra. Agarra lo que quiere. Te cuenta algo (¿por qué no?) increíblemente intrascendente porque le pareció una excelente idea hacer conversación. Y todo ese tiempo tú estás haciendo un esfuerzo por pretender que te parece perfectamente normal hablar de lo caro que está el pinchi jamón, o de los setecientosveintidos pagos que hay que hacer el lunes, sentado con los pantalones en los tobillos.

Luego tuve hijos.

Cuando tienes hijos el concepto de privacidad se desvanece por completo. Cuando son pequeños los dejas en su corral y listo, te puedes ir a sentar al trono a chutarte el segundo tomo de la Enciclopedia Británica si te apetece. Pero cuando empiezan a correr por la casa, es como tratar de hacer que los pinchis zancudos se queden afuera. Es simplemente imposible.

Sucede también lo imposible con uno: te acostumbras a cagar cómodamente con un público.

Por eso ustedes no se dan cuenta y lo ven todo con una inocencia que desarma, pero al día de hoy estamos convertidos en una maldita comuna hippie donde todo mundo anda bichi y nadie parece notarlo. Por eso cualquier día estamos los cinco adentro del maldito baño, que de haberlo sabido y pensado lo hago del tamaño de la mitad de la pinchi recámara al menos para tener un poco más de espacio.

Pero al crecer los refugios se buscan y llegan

Por supuesto que van a crecer. Y el pudor comenzará a hacer de las suyas. La misma condición dictará que necesitan espacio propio y cuando eso suceda comprenderán un poco más lo que es ser adulto.

Yo por ejemplo tiendo a lobo solitario. Aunque no parezca disfruto el silencio y disfruto mi compañía porque hago tanto pinche ruido yo solo – las más de las veces sin hacerlo - que apenas en aislamiento me calmo y me ordeno. No es necesariamente estar solo. Es estar uno con uno mismo. Por eso me gusta ir a correr en solitario, aunque me tomó muchos años descubrirlo. Hay diferencias fundamentales:

El que está solo añora la compañía. Se vuelve triste e irascible con el paso del tiempo, porque es presa de una opresión emocional. Cuando esto sucede puede estar rodeado de decenas de personas pero su percepción no cambia. Está solo y se marchita y no sabe salir.

El que se acompaña consigo mismo está pleno. Escoge activamente como usar su tiempo, aunque usarlo signifique estar sin hacer. Se escucha a si mismo pensar o bien se pone activa y mentalmente en silencio y descansa. Como se está acompañado por uno, lo mejor es acompañarse con alguna bebida. El café nunca falla pero verán que la cerveza sabe distinta si se bebe en esas circunstancias. El vino en soledad tiende a más femenino, pero no está mal, nunca. Tampoco está mal echarse unos tragos fuertes si son por gusto. Existe el prejuicio tonto de que beber en solitario te acerca al alcoholismo, lo que no es verdad. Te acercan al alcoholismo las enfermedades del alma, lo que nada tiene que ver con disfrutarse uno mismo. Mucho ojo, que esto es muy serio.

Es muy cliché aquello de “encontrarse uno mismo”. Le ha pasado a pinchi Batman en todas sus putas películas y no es coincidencia. Se tiene uno que conocer a sí mismo para explotar su potencial y la única manera de conocerse es conviviendo de manera honesta. Cuando estás en privado eres tú. Dejas de sumir la panza. Sabes cómo eres sin la ropa. Te quitas la máscara que portas en la civilización. No pretendes que nada te gusta ni pretendes que todo te importa. Lo que es simplemente es.

Si aprenden a estar contentos y plenos en su propia compañía, sabrán estar contentos y plenos en compañía de los demás.

Al revés nunca funciona.

Y algunos consejos para rematar

Para que no me extrañen cuando no esté, aquí un montón de consejos y recomendaciones que nadie me pidió pero que como su padre que soy me siento con la obligación y el derecho (más bien nomás el derecho, porque lo digo yo y me vale madre, tomen) de compartir. ¡De nada!

  • Si tienen el beneficio de construirse un baño, fíjense muy bien en el escusado que compran. Fundamentalmente:
    • Fíjense en la comodidad del asiento: el asiento es la madre del confort de toda la situación y el verdadero facilitador del ejercicio de la libre lectura. Un mal asiento puede mandar toda la experiencia al carajo. Quieren que sea amplio, fuerte, que no se “deslice” y si se puede que no se pegue al levantarse (porque es incómodo eso de estar haciendo “¡TLAN!” cada que te estás yendo). Eviten también que sea completamente redondo, es decir: es deseable que tenga una apertura justo al frente. Esto es paro no estar campaneando ahí en un descuido…
    • Fíjense en su altura: por pendejo no me di cuenta y los escusados de la casa están como ligeramente excedidos en su altura, lo que me hace sentir ahí posado como un águila en la cima de un techo inclinado. Leer el periódico ligeramente echado hacia el frente requiere esfuerzo, lo que es precisamente lo que uno está tratando de evitar en esos momentos. Preocúpense porque entonces puedan echar sin problemas el cuerpo hacia atrás y puedan así disfrutar de todo el “anchor” del mueble. :D
    • Fíjense que el estúpido asiento se quede levantado: porque si se baja solo y de golpe, no queda de otra que aprender a detenerlo mientras se mea o se aprende a mear sentado (lo que por otro lado facilita el pretexto perfecto para la lectura, lo que no está tan mal, he de decir.)
  • En la regadera caliente yo he tenido mis mejores ideas. Mis peores ideas las he tenido como contraste en medio del tráfico. No hemos hablado de la regadera pero su propósito no solo es higiénico sino terapéutico. No le pichicatién a una buena regadera. Métanle una ducha chingona, con presión de agua como para lavar salpicaderas de camión. Esto es algo que yo todavía no conozco en casa pero que me hace mucha ilusión conocer, solo que vale quien-sabe-cuantos-mil-pesos y como siempre en la vida: han habido prioridades.
  • Métanle a una regadera lo suficientemente amplia para dos. Ajá. Como lo leen. Sé que estamos hablando de la dulce soledad y la chingada, pero esto es como tener camioneta: no sabes lo mucho que te gusta hasta que la tienes. Cuando crezcan y hablemos de la Dulce Soledad o alguien parecido, ya veremos si no tengo razón…y si son demasiado jóvenes y no me entienden, cállense el hocico, tomen nota y me preguntan cuando entiendan. A MI. NO a su mamá.
  • Tengan un rincón propio. Truchas con este punto. Si viven luego con una mujer, van a notar que como mata sin regar de baldío se va a querer expandir por cada centímetro cuadrado de la propiedad por medio de floreros, velas aromáticas, porta retratos de marco rimbombante, pendejadas de algo que se llama “piuter”, mamadas de Lladró etc. etc. etc. Agárrense un rincón y NO lo permitan. Que sea suyo y de nadie más. Fungirá como remplazo de su habitación, que al compartirla dejará de ser de ustedes y comenzará a ser de ella y si tienen hijos, pasará a ser de la comuna hippie. Háganme caso.
  • Y por último y muy importante: si quieren estar solos, sean capaces de articularlo. La gente que los ama siempre sabrá entenderlo y les dará su espacio (así como Alfred hace siempre con Batman).

Así van, llenan sus baterías de su espléndida compañía y cuando regresen, tendrán gusto de regresar.

Siempre funciona.

Héctor Daniel

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