Overblog
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog
El blog de Hector Grave

Querido Mateo:

10 Enero 2017, 16:22pm

Publicado por Hector Grave

Querido Mateo:

 

Quería agradecerte lo mucho que disfruté que me invitaras un ratito a acostarme en la cama anoche mientras leías. Sé que es un truco tuyo para extender lo más que se pueda tu tiempo “despierto” antes de apagarlo todo e ir a dormir y sin embargo, no sé cómo explicarte la insuperable sensación de ser requerido. De ser necesario para ti.

Lo curioso es que yo más bien creo que es al revés: el completamente necesario e indispensable para mi eres tú.

Entonces que me quieras ahí contigo, antes de ir a dormir, para mí, es un regalo imposible de valuar.

Cuando chico yo soñaba muchas veces con una máquina que me permitiera congelar el tiempo. Me veía deteniendo todo, entrando a la tienda a probarlo todo. A jugar días enteros si se me daba la gana con mi Nintendo. A parar el tiempo para ir al baño y regresar sin perderme del programa ni siquiera un momento.

Ahora que soy grande y desde que te tengo, muero porque el tiempo transcurra todo el tiempo, pero a tu lado. Contigo. Y al mismo tiempo, te confieso, quisiera que al transcurrir no transcurriera más. Quisiera que la máquina esa no congelara nada sino que lo alargara todo, el tiempo y los días, indefinidamente.

Quisiera poder extender el tiempo. Alargarlo. Estirarlo.

Y así disfrutarte niño sin que te me vayas luego, adulto ya y para siempre.

 

Cuéntame: ¿Cuándo creciste? ¿Cuándo dejaste de ser un bebito?

Me encantaba cargarte. ¿Te das cuenta que ya casi no lo hago? Es porque creciste. Estás bien pinchi pesado.

Tú no lo recuerdas, pero yo sí, perfectamente, como si hubiera sido ayer: yo fui el primero en cargarte. El Doctor te hizo tamalito con mantas limpias, te puso un gorro y te puso en mis brazos para llevarte con tu mamá. Luego te pusieron en una cuna y te seguí al cunero. Y me quedé ahí mirándote como supongo solamente se mira un milagro.

Ahora creciste ya. Te vi este sábado con mis amigos. Largo. Grande. Ruidoso, también, así eres tú. A tu lado corrían tus hermanos y corría el niño de mi amigo Fernando, todavía bebito.  Así fuiste tú alguna vez también. Me cuesta mucho asimilar que apenas ayer, en mi sentir, ese eras tú.

Luego, un buen día, llegó tu primer hermanito. Lo chiqueaste con tu manita y de inmediato le pusiste luego un chingadazo. Tu mamá te pescó al intentar salir corriendo, del cuello de la camisa. Y fue la última vez que sucedió, porque has sido el mejor hermano mayor que un hermano menor podría haber tenido. Tus hermanos te admiran. ¿Te acuerdas un día que Juan Pedro te lo dijo? Quizá no, así que aquí tienes:

“Mateo: éres mi hédroe”

Quería decir “héroe”, por supuesto. Pero era chiquito.

Ese día comenzaste a crecer.

 

Hijo: ¿Luego jugamos algo? Contigo, cuando naciste, volví a jugar. Me encanta que todavía juguemos. Cuando chiquito te gustaban mucho los carritos. Me gustaba pararme en la tienda a escogerte unos cada que podía. ¿O eran para mí?  No lo sé. Pero fui muy feliz escogiéndolos.

Luego jugábamos monitos. Y bloques. Armamos torres que llegaban hasta el techo. Las tumbábamos luego y hacíamos un desmadre y tu madre nos regañaba y moríamos de risa. Tú y yo.

Ahora que eres grande, jugamos cosas de grandes. Amé el microscopio que te regalaron. Te prometo que este sábado iremos a recolectar unas muestras. Seremos científicos de campo. Yo seré tu asistente.

 

Dime: ¿ya sabes qué serás cuando seas grande?

Sé que me dices que serás un Químico. ¿Seguirás con la idea esa cuando termines de crecer? Me encanta que te interese la ciencia, aunque te interesan todas. Ya lo irás definiendo, o a lo mejor ya lo sabes sin saberlo, simplemente irás enfocando. Si es así, entonces lo que tienes es sin duda una vocación.

Yo creo que puedes ser lo que tú escojas ser. Con esfuerzo y voluntad se puede llegar muy lejos. Pero ojo: no necesariamente significa que se puede lograr todo todo el tiempo.  

¿Entiendes lo que digo? Es muy importante que lo entiendas, para que seas feliz y no te frustres si la realidad te dictara algo distinto a lo que imaginas.

Por ejemplo podrías ser un corredor. Puedes correr distancias cortas y medias y largas. Puedes hacer diez kilómetros, medios maratones, maratones completos. Y llamarte a ti mismo: corredor. Hecho y derecho. Eso se logra con esfuerzo, con algo de sacrificio y con muchas otras cosas que juntas hacen alquimia: pasión, tiempo, placer, dolor, valor. Y lograrlo. Y gozarlo. Esto tú lo escoges.

Puedes luego también mejorar, competir, superarte y ganar competencias.

¿Podrías entonces, ser un corredor Olímpico? ¿Ganar una medalla? ¿Un record del mundo?

La respuesta es: no lo sé. Puede ser. Puede ser que no.

Ahí entran en juego muchísimas otras cosas y no todas están bajo control. Muchas son externas. Van a entrar en juego circunstancias, condiciones, talento y aptitud. Esto no lo escoges.

Aquí está la trampa hijo:

No es verdad que con esfuerzo, sacrificio y voluntad se logra siempre todo lo que se desea.

Se logra sin embargo superarse y si las condiciones son las correctas, si todo converge, si te esforzaste al máximo y si el talento y la aptitud en el tiempo correcto están ahí: entonces quizá sí.

Yo creo que pase lo que pase, si realmente deseas algo, tu deber comienza con esforzarte al máximo y termina en el límite de tu esfuerzo.

Si ganas: estupendo. Las victorias ganadas con sudor y sangre son de las gotas dulces de vida.

Si no te esforzaste, quizá, habrás firmado un papel de deuda contigo mismo. Asegúrate de pagarla.

Pero si te esforzaste al máximo y te llevaste al límite aun así no ganas, fíjate bien: estupendo también.

Porque habrás conocido tus límites e incluso los habrás superado. Habrás vencido de paso también algunos miedos y tu conciencia quedará siempre tranquila al final.

Ya te sermonié. ¡Lo siento! Pero es mi trabajo y se que lo entiendes.

Un día yo no estaré y vas a recordar todo lo que platicamos. Y me vas a recordar a mí. Así, de cierta forma, siempre estaré contigo.

¿Sabes? Recuerdo muchas cosas de antes de que nacieras. Recuerdo muchos momentos, muchas risas, muchas aventuras, muchas experiencias. Pero lo que no recuerdo, lo que por más que me concentro no logro ubicar: es haber sido jamás tan feliz, como lo soy desde el día en que te conocí. Ya no sé cómo era la vida antes de ti. Ya no me imagino como sería si no estuviéramos juntos.

Y sin embargo, un día, te irás de casa seguramente. Serás hombre y te tendrás que ir.  ¿Seré hombre yo para aceptarlo y dejarte ir?

Supongo que sí.

Aunque también se desde ya, que siempre desearé mi máquina para alargar el tiempo y los días.

Y cuando vayas a casa a verme, aunque sea por un momento:  imaginaré que la uso contigo.

 

 

Te ama profundamente, 

 

Tu papá

 

Comentar este post