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El blog de Hector Grave

Nombres propios

2 Diciembre 2010, 18:30pm

Publicado por Hector Grave

Nombres propios

 

 

No hace mucho tiempo leía en Time Magazine un artículo en donde comentaban estadísticas que asociaban el nombre con el que eran bautizados los niños y ciertas coincidencias de corte social. Por ejemplo: indicaban que “Bob” era un nombre de niño blanco de los suburbios asociado con la clase media americana sin estudios universitarios y que nombres como “Jamal” reforzaban la identidad racial del individuo que lo portaba, generando así una persona altamente orgullosa de sus orígenes y cultura, naturalmente propensa a rechazar lo que no perciba proveniente de su mismo origen. Se proporcionaban estadísticas para reforzar las ideas. Suena como una nota plagada de prejuicio, pero ¿quién no los tiene? ¿O a poco soy el único que en automático comprendió que “Jamal” es ni más ni menos que un nombre evidentemente negro? ¿O a poco soy el único que piensa que Jesús, José y Héctor son nombres de jardinero californiano? Vamos pues con mucha ligereza, a explorar lo que nos dicen los nombres y la importancia que tiene el portar un buen nombre.

 

 

El francés

 

Establezcamos algo: tener nombre francés sin ser francés es muy naco. Es quizá la cúspide de la naqués. No te puedes llamar “Jean Paul” y apellidarte Rodriguez, digo, por simple chingado sentido común. Si no lo sabías, revisa nada más las pistas que el mundo ha dejado por ahí. Por ejemplo, hace un momento conducía por Periférico y que me topo con un camión con publicidad de “Aceite Duque de Richeliu”…digo, al mentado duque según leo se le adjudica la invención de ni más ni menos que de la mayonesa, pero de ahí a ponerle su nombre a un pinche aceite de cocina provoca infartos que segurito han de fabricar en Tlalnepantla hay un chingo de diferencia. La única manera de librarla llamándote “Jean Paul” y apellidándote Rodríguez es que tu segundo apellido fuera “Loiseleur”, que para pronunciarlo tuvieras que deformar tu rostro en vomitiva expresión y que tu mamá se llamara “Monique”, fuera nacida en Montpellier y encima de todo tuviera cara de ángel. Aplica para otros nombres extranjeros también. Saludos a mi amigo Hans.

 

 

El conquistador

 

A los que son padres primerizos y tienen ínfulas imperiales por alguna extraña razón les da por ponerles a sus hijos nombres de antiguos césares y/o generales romanos. Aplica también para aquellos traumados con la historia universal. Así de repente se encuentra uno con escuincles que se llaman Dionisio, Augusto o Vespasiano. Claro que luego se apellidan Domínguez y toda la carga real universal se va directito al carajo. Por otro lado cuando el nombre es “Marco Antonio”, lejos de pensar en el legendario tribuno romano o bien en Richard Burton, la única persona que se me viene a la mente es “el Buqui”, por lo que de inmediato espero que el susodicho tenga greña de Buqui…porque sí, me parece muy adecuado.

 

Hay otros todavía más arrogantes que utilizan nombres de conquistadores de otras latitudes y todavía más ajenos a nuestra cultura como bien pueden ser “Atila” o “Macedonio”. Si te llamas “Atila”, más vale que tengas rasgos evidentemente asiáticos y que en cuanto se pronuncie tu nombre aparezca un halcón a posarse en tu brazo (y que además haga ruidos de halcón oportunamente cada que se pronuncia tu nombre, así como el que acompañaba a Birdman cada que salía de la cueva). Si te llamas “Macedonio”, al escuchar tu nombre me voy a remitir a mi infancia aproximadamente por allá del año de 1987 donde un señor llamado “Don Macedonio” iba a hacer la jardinería a casa de mi madre y a quien yo furtivamente espiaba sin que él notara mi presencia para revisar el diámetro de su cabeza…porque si te llamabas “Macedonio” es porque a huevo tenías una cabeza de dimensiones sobrenaturales. Por cierto que la cabeza de “Don Macedonio” lucía perfectamente normal, lo que me confundía gravemente.

 

 

El extranjero regional

 

Hay nombres que de solo escucharlos nos remiten a una zona geográfica o región. Y no me refiero a la relación del tipo obvio como puede ser “Guisseppe – Italia” sino más bien a la relación bizarra del tipo “Franklin – Costa Rica”. ¿Qué pasa en Latinoamérica que es tendencia poner nombres gringos? Como cuando casi me da el infarto cuando vi que según el INEGI en Guadalajara el nombre propio masculino más registrado durante el 2009 fue ni más ni menos que “Donovan”. (Come on people, what’s the matter with you?) Encima de ser un nombre incomprensible desde mí muy ranchera óptica, ¡es el nombre ni más ni menos que del odiado archienemigo futbolístico de la nación entera! Otros casos igualmente odiosos incluyen Jefferson, Jonathan, Kevin y Brandon. Mención honorífica para cierto chico con el que interactué hace años de apellido Blanco y de nombre Marlon. :D

 

 

Prejuicios varios

 

Hay otros nombres que me remiten a otra serie de referencias culturales (y otras no tanto) que no puedo separar. Así cuando escucho alguno de los nombres enlistados en la izquierda de inmediato me remito a lo que dice a la derecha. Veamos:

 

Emiliano: nombre acaparado por el jet set chilango para sus millonarios descendientes varones

 

Jamal: selección número x de futbol americano colegial, actual ganador de millones de dólares en algún equipo de la NFL, poseedor de una monstruosa complexión física que anda por ahí en su Hummer oyendo hip hop a todo volumen…

 

Rhonda – señora gorda oriunda de Alabama, Carolina del Norte o Georgia en los Estados Unidos.

 

Giovanni: Dios mío, ¿por qué no nací italiano?

 

José María: Morelos y Pavón

 

Francesca: es “Francisca”, no mamen…(perdón, pero textualmente ASÍ lo pienso)

 

Bianca: …y Bernardo….en Cangurolandia…¿no estaba mejor ponerle “Blanca” chingado?

 

Tizoc: Pedro Infante

 

Enrique: ¿Dime Beto?

 

Félix: el Gato

 

Héctor: el de pies ligeros…maldición, como odio esta definición…(leer más abajo)

 

…y mi lista sigue, y sigue, y sigue

 

 

Mis antecedentes

 

Sí sí sí, antes de criticar hay que voltear a ver a tu propia casa. Yo ya vi la mía y sí, hay una de cosas fabulosas que lejos de repudiar, más bien celebro. Por ejemplo, supe de un tío lejano mío de caballeresco nombre: “Germinal”. Cuando mis ahora parientes políticos piensan en nombres extraños, no pueden dejar de comentarlo con el pequeño detalle de que para ellos este señor se llamaba “Gervasio”… :D. La verdad no los culpo, suenan igual de terribles y me remiten a trajes de lana empolillados en algún ropero viejo. Además al señor este yo ni lo conocí, aunque en el pueblo parece que fue una persona célebre. Más cercanos aún están mis bellos abuelos por parte de mi padre: Paciano y Eutimia. Según escucho en aquellos tiempos todavía se usaba aquello del nombre del Santo del día en que nacías, por lo que si nacías el día de San Agapito, pues te chingabas y te bautizaban como tal…en caso de mis queridos abuelos, sus nombres se resumían a Papá Chano y Mamá Tima. Los recuerdo con amor y me fascina que tuvieran nombres tan extraños. Esto los hace más auténticos, más únicos y sobre más míos. Les mando un beso a mis viejitos allá en el cielo: luego nos vemos.

 

 

Mi nombre

 

Yo me llamo Héctor y aunque me es de lo más natural por obvias razones, recuerdo aún la decepción que sufrí cuando en cierto libro de historia universal mencionaban La Iliada de Homero y se referían a Héctor como “el de pies ligeros”. Yo nunca fui ligero de pies ni de absolutamente ni madres, por lo que sentí una carencia de identificación con mi nombre que todavía de vez en cuando recuerdo. Resulta que es “el de pies ligeros” porque cuando se le apareció Aquiles para matarlo: ¡salió corriendo! Esto sí se parece más a mi posible reacción si me encuentro a un wey con un escudo y una lanza diciendo que me quiere matar, pero caramba: ya no estamos en esos tiempos. Pensándolo bien creo que siempre sí me identifico....maldición. Me hubiera encantado que en vez de semejante pendejada hubiera querido decir algo así como: “Titán de furia incontenible” o bien “Monstruo cazador de las praderas”.

 

Ni hablar, ya será en otra vida.

 

 

 

Héctor Daniel

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